viernes, 13 de diciembre de 2019

Relato de la superioridad cotidiana

Era una tarde tórrida con los inevitables vientos de enfriamiento, cuando el sol se esconde detrás de aquel sendero y el cielo toma la paleta de colores amarillo morado y negro. Alrededor de las seis de la tarde por su puesto, en el parque "Revolución" me alebresto con mi silencio ante el ruido inmenso de los coches y personas que piensan en sus días correctos o funestos.
Sobre la banca donde descansaba y reflexionaba se combinaban los perfumes de la contaminación y la comida de casa, el tacto entre mi mano y la banca raspaban tanto que llegó a lacerar mi piel y sacar mi sangre que debería ser roja pero que ahora veo con textura de gel.
"Escoja" me dijo una señora que me mostraba diferentes hojas, "afloja la cara para soltar las cosas que te acongojan"
Como si no supiera esa típica paradoja.
Ella llegó para utilizarme como dato para su entrevista floja, después de una charla de mutuo cuestionamiento la entrevistadora débil se convirtió en la entrevistada coja.
Me enojó perder mi tiempo con otra persona con mentalidad de gorgojo
¿Cómo puedes ir por la vida descartando los cuestionamientos donde se necesitan más que ojos?.
El movimiento de mi cerebro causó algunos antojos, así que le dije "adiós señora con mentalidad de piojo"
Mientras la dejaba con su cara de momentáneos sonrojos.
"Odio ser odioso pero es mejor pasar los días solo" pensamiento dicho en voz alta que escuchó el cocinero que el billete me echa en falta, "Quédese con el cambio, su comida resalta" subiendo al camión abandonó la paz creada dentro del caos de la ciudad alta.

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